jueves, 22 de marzo de 2018

Un pedacito de mi

Cuando me pongo a pensar en qué consiste vivir, qué es lo que tiene para que nos aferramos tanto a ella, sin duda, sé que es por los recuerdos, las experiencias y personas que nos llevamos en ellos.

Si me dieran a elegir tres recuerdos, sin duda el primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en felicidad, es un recuerdo que me lleva a una época un poco lejana, a mi infancia, tendría como unos 5 años, en ese entonces pasaba los domingos con toda mi familia, en la casa y terreno de mis bisabuelos, a lo que hasta día de hoy, llamamos cortijo. Ese domingo, hacía un buen día, y siempre me gustaba sentarme en las escaleras y pasarme horas quieta sintiendo el sol, porque me hacía sentir tranquila.
Mi bisabuelo, que para mi siempre fue mi abuelo, también solía salir a tomar el sol, siempre que me veía me llamaba muñeca, porque según él, parecía de porcelana. A mi me gustaba mucho ese apelativo cariño, así que siempre le sonreía, después de llamarme así, me dijo que le acompañara y fuimos a donde tenía unos higueros, cogió un higo y me dijo : ¡toma, para ti! , lo probé y me gustó mucho, así que nos tiramos toda la tarde comiendo higos.

Ese es el primer recuerdo feliz, puede parecer simple o sencillo, pero a día de hoy, como ya no le tengo conmigo, me hace sentir muy feliz pensar que compartimos tiempo juntos.
El segundo, es un recuerdo de libertad, fue un viaje de estudios que hice cuando me gradue, en ese viaje descubrí lo mucho que me gustaba viajar y estar fuera de casa, aunque fuera por unos días, el poder hacerlo sola, me ayudó a ser más autodidacta y compartir una experiencia muy bonita con los que eran mis amigos en ese entonces.
Si tuviera que contar algo gracioso, fue cuando conocí unas lechuzas en el viaje, había varias, dos de ellas se parecían a las que salían en la saga Harry Potter, y me tire media hora haciendo el tonto con una de ellas, porque cada vez que movía la cabeza ella me imitaba, en fin, no quiero imaginar como me miraría la gente, pero yo me reí mucho.

El tercer recuerdo, no sabría como llamarlo exactamente, pero podría ser amor o conexión, ocurrió en verano, era de noche, estaba en una terraza hablando con una persona, desde la terraza teníamos unas vistas preciosas de Granada, que ese lugar era precioso.
En ese momento,  charlamos sobre varios temas,  donde ambos compartimos algunas cosas que sabíamos, a mi me encantó porque siempre me ha gustado aprender cosas nuevas, y esa persona desde mis ojos, siempre ha sido muy inteligente y especial.
Hubo un momento donde acabó hablandome sobre un tema, que a mi me marcó y siempre recuerdo con mucho cariño.
Me miró a los ojos y textualmente me dijo como me veía a través de sus ojos, me contó lo inteligente que siempre había sido en muchos temas o situaciones, lo especial y bonita que siempre me veía en cualquier momento, y lo más importante, el potencial que siempre vio en mi, incluso aunque yo nunca haya sido capaz de verlo, él siempre lo supo, y fue en ese momento, cuando empecé a darme cuenta de que tenia razón.
Quizás esa noche,  fue cuando empecé a valorarme un poco más, pero sé que nunca me lo hubiera podido creer de nadie más, pero él, ha sido el primero y el único que me ha mirado a los ojos con total sinceridad, por eso le creí.
Este simple recuerdo es uno de mis preferidos, un recuerdo que quiero que sea el primero de muchos más que compartamos juntos.


           Lo realmente valioso de esta vida, es aferrarse a los recuerdos que nos hacen fuertes.

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